
Nos sentimos en la necesidad de escribir este texto para seguir construyendo colectivamente Memoria. El terrorismo de Estado del cual nuestros familiares formaron parte activa se manifestó como opresión extrema en todos los órdenes de los derechos humanos, instalando un modelo político, económico, ideológico y social en beneficio de grupos concentrados de poder.
Viendo hoy la repetición de aquellos esquemas autoritarios y expulsivos materializados en un gobierno elegido democráticamente, no podemos dejar de expresar nuestras reflexiones al respecto, con la vocación de no permanecer indiferentes y anhelando la no repetición del daño causado bajo este modelo ideológico.
El mismo se presenta hoy como una afrenta a nuestra Constitución, por lo que alertamos sobre la pretensión de implantar una vez más, un plan económico que hace más poderosos y ricos a los ricos y más oprimidos y pobres a los pobres. Exigimos la nulidad del DNU y la Ley Ómnibus por inconstitucionales dado que un decreto presidencial no puede modificar la Constitución Nacional y abolir los derechos de todos. Esto ya lo vivimos, sabemos adónde van.
Los relatos construidos al interior de nuestras familias – conservadoras, castrenses, ultra religiosas- fueron y son también reproducidos actualmente por medios hegemónicos e instituciones conservadoras. Fue la materialización en políticas públicas de la lucha de los organismos de Derechos Humanos lo que permitió a la sociedad (y a los familiares de genocidas desobedientes, como parte de ella), superar esos discursos y comenzar a construir una sociedad con justicia, con memoria y con verdad.
Nuestro testimonio no es un simple relato, es la manifestación de un legado de horror que forma parte de la historia y del presente de nuestro país. Consideramos –como familiares de genocidas- tener la obligación ética y el deber social de transformar este legado, acompañando a las víctimas. Somos parte de una sociedad comprometida con su historia y con los Derechos Humanos.
A 40 años de ininterrumpida democracia, como forma de vida elegida y que tanto nos ha costado como sociedad: 30.000 detenidos/desaparecidos, niños y niñas que aun hoy son buscados por sus abuelas, hijos e hijas que ignoran el destino de sus madres y padres, observamos con repugnancia y dolor el silencio que aún hoy mantienen los responsables de estos crímenes y el daño que siguen generando. Más aún, nos preocupa la asunción en cargos públicos de hijas e hijos obedientes del genocidio que niegan, a la vez que reivindican crímenes de lesa humanidad en un estado democrático (qué ironía).
En este sentido, podemos ver en la figura de la actual Vicepresidenta Victoria Villarruel y en el nombramiento como jefe del estado mayor del ejército al general de brigada Carlos Alberto Presti, la continuidad del pensamiento genocida como Caballo de Troya en el sistema Democrático. Vemos en el discurso negacionista y en la reactualización de la teoría de los dos demonios la pretensión de instalar nuevos y contraproducentes sentidos acerca de nuestra historia reciente.
Sabemos que desde los lugares más oscuros de nuestra sociedad se están realizando gestiones para dejar en libertad a los genocidas. Observamos también con preocupación el reclamo de grupos “pro represores” exigiendo la liberación de genocidas negando los crímenes y la legitimidad de los juicios. Grupos integrados mayoritariamente por familiares obedientes de genocidas incapaces de romper los atavismos y las lealtades tan fuertemente inculcados.
Como familiares de genocidas, repudiamos hoy más que nunca, el accionar de este gobierno que, al igual que ellos reivindican y promueven el autoritarismo, la intolerancia y la represión en todas sus formas. Insistimos: los familiares de genocidas no somos responsables por los crímenes que se han cometido, pero tenemos el deber ético, moral y social de rechazarlos y repudiarlos.
Como Colectivo seguimos el ejemplo de las Madres, las Abuelas, los sobrevivientes, los familiares, que a pesar del sufrimiento eligieron el camino de la lucha y el amor.
Bregamos para que como sociedad tengamos siempre coraje, convicción y fuerza. Que los pañuelos blancos guíen nuestras acciones sin claudicar en la lucha por un mundo en que la libertad sea sinónimo de Memoria, Verdad y Justicia.
COLECTIVO HISTORIAS DESOBEDIENTES
FAMILIARES DE GENOCIDAS POR LA MEMORIA, LA VERDAD Y LA JUSTICIA